La historia: las dos flechas
El maestro pregunta a sus estudiantes….
- Si alguien es alcanzado por una flecha, ¿le duele?
“Sí, claro…” responden los estudiantes
- “Y si despues, encima le llega otra flechazo… una 2 flecha, quizás una 3 flecha…¿le duele aún más?”
“Claro que sí, mucho mas”
El maestro continua…
- La primera flecha es el dolor inevitable de la vida: esa pelea, una pérdida, el rechazo, esa traición, ese desencanto, ese diagnostico, la indiferencia….
- La segunda flecha es nuestra reacción: nuestro enojo, juicio, culpa, miedo, frustración, envidia, inseguridad… y esa segunda flecha… es opcional.
En pocas palabras:
El dolor es parte de vivir. Son las “Lagrimas del Camino”.
El sufrimiento es opcional. Puedo completamente evitarlo.
La primera flecha: lo que sucede. Auto a 160 haciendo luces desesperado por pasar destras mio. El plan que no se da. Mi amigo que me falla. Mi vinculo que no cambia (no mejora nunca). Una palabra que duele. Ese adiós, que nunca hubiese querido escuchar. Esa es la primera flecha: algo tangible, a veces abrupto. No la elegimos, ni la provocamos necesariamente. Es el golpe inicial. El "esto no era lo que yo quería".
Solo hay una cosa por hacer: sentirlo con Presencia. Observar y consumir esa emocion.
La segunda flecha: lo que añadimos. Apenas llega la primera flecha…nos podemos convertir en arqueros. “¿Por qué me pasa esto a mí?” “Siempre me equivoco.” “Ya está, no voy a confiar más.” “Soy malo para esto. Soy ya demasido… viejo, joven, duro, etc etc” “Seguro piensan mal de mí.” “Esto nunca va a mejorar.” Y sin notarlo, ya nos hemos disparado cinco, seis, siete flechas más…Todas hechas con pensamientos, historias, interpretaciones, exigencias (propias o prestadas).
No es lo que nos pasó. Es el significado que le damos a lo que paso.
Una práctica para hoy
Detecta la primera flecha: algo no salió como querías.
Observà las siguientes flechas: pensamientos que se suman al dolor.
Practicà no dispararlas: no seguir alimentando la historia.
Busca si podés, encontrar algo poético o valioso en lo que está ocurriendo.
Un poema para el cuerpo y la mente
Tú fuiste herido, sí.
Pero no dejes que tu mente
sea el arquero que sigue.
Dejá que el dolor pase como la lluvia.
Pero no llames a la tormenta
con tu memoria.
No todo lo que duele, te daña.
A veces, esa fricción es necesaria
para que tu alma despierte,
de reposar en el letargo del miedo.
El camino de la sabiduría no consiste en evitar todas las flechas, ni en vivir blindados. Consiste en ver con claridad, y en decidir, una y otra vez, no disparar más. No repetir la herida con nuestra propia mano.
Otro poema
Tratá de no resistir los cambios que llegan a tu vida.
En cambio, dejá que la vida viva a través tuyo.
Y no te preocupes si todo parece ponerse cabeza arriba
¿Cómo sabés que el lado al que estás acostumbrado
es mejor que el que está por venir?
-Rumi
A veces, dejar de resistir
es la forma más profunda de amor propio.
Buena practica, y buena diversion :-))
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